El Gobierno de México se encuentra en la antesala del anuncio del Nuevo Manzanillo, lo que se convertirá en uno de los grandes proyectos de infraestructura del sexenio de la presidenta Claudia Sheinbaum.
Se trata de la ampliación del puerto de Manzanillo hacia la Laguna de Cuyutlán, que cuenta con una extensión de agua y tierra cuatro veces mayor que el actual recinto portuario, con el que se espera atender el constante ritmo de crecimiento de la demanda de movimiento de mercancías, principalmente de importación, que en distintas ocasiones ha superado la oferta de infraestructura y servicios logísticos privados.
“Esta obra está considerada específicamente para el manejo de contenedores, (con) terminales especializadas en el manejo de contenedores, e hidrocarburos”, aseguró Julieta Juárez, directora Comercial de la Administración del Sistema Portuario Nacional (Asipona) Manzanillo.
Entre la información que adelantó la funcionaria a un pequeño grupo de periodistas se tiene que, en una primera fase de construcción, Nuevo Manzanillo considerará dos terminales especializadas de contenedores, una barda perimetral, instalaciones para una nueva aduana, vialidades internas y la interconexión con el ferrocarril.
Segunda fase
Una segunda fase de construcción sumaría otras dos terminales especializadas de contenedores.
“CFE (Comisión Federal de Electricidad) también está trabajando un proyecto muy importante de suministro de energía que nos va a garantizar que nuestro puerto (Nuevo Manzanillo) esté suministrado de energía eléctrica lo más que se necesite”, indicó Juárez.
Así mismo, aseguró que actualmente la Asipona Manzanillo se encuentra en estudios sobre la profundidad de los canales de navegación de la Laguna de Cuyutlán, donde se prevé que presente un calado de al menos de 18 metros o, en caso de no llegar a este nivel, iniciar con las obras de dragado.