El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, evitó condenar a los supremacistas blancos, habló de un intento de golpe en su contra y sugirió sin pruebas que puede haber fraude electoral.
El candidato presidencial demócrata, Joe Biden, mandó callar a Trump y lo calificó de racista, payaso y mentiroso.
En suma, el primer debate entre ambos rivales para las elecciones del 3 de noviembre en Estados Unidos se volvió un cruce caótico de ataques personales e interrupciones constantes.
Pero si de algo sirvió el duelo de 90 minutos, fue para reflejar el grado de deterioro político del país, con un recelo y desprecio entre rivales electorales inimaginable algún tiempo atrás.
De hecho, el debate entre Trump y Biden en la Universidad Case Western Reserve de Cleveland fue la fotografía de un país polarizado políticamente y sacudido por varias crisis simultáneas.